La mitología maya
Los mayas habitaron en el sur de nuestro país y algunas
regiones vecinas de América Central. Hoy en día podemos conocer un poco de su
cultura, sus mitos, templos, palacios, etc… de acuerdo a sus vestigios que
quedaron de ello.
Bueno para empezar con esto primero que nada hablaremos
del Popol Vuh y algunos libros.
Las inscripciones y códices o libros antiguos nos hablan
acerca de lo que pensaban y sentían los mayas. Su tradición oral, de boca en
boca, fue recogida por algunos sabios y sacerdotes que sobrevivieron a la
conquista española, y por algunos frailes que crearon crónicas e historias. De
los mayas quedan, entre otros textos el Popol Vuh (libro del pueblo) y otros
que redactaron los sacerdotes Chilames de Yucatán.
El Popol Vuh es un auténtico compendio de la mitología
maya.
Al igual que los pueblos de la lengua náhuatl del centro
de México, los mayas creían que habían existido varias edades cósmicas.
Pensaban que en cada una de ellas los dioses, la Abuela y el Abuelo, habían
hecho a los seres humanos de barro, de madera y finalmente de maíz. Estos últimos
habían resultado tan inteligentes que todo lo comprendían. Alarmados por esto,
sus creadores les echaron vaho a los ojos, para que no pudieran percibir lo que
les rodeaba.
Los dioses mayas
El universo de los dioses y sus actuaciones aparecen en
múltiples relatos y representaciones. Un importante dios fue Itzamná, a la vez
sacerdote y sabio, inventor de la escritura y el calendario. En compañía de la
diosa Ixchel, la inventora de los tejidos, actuó como dios de la medicina.
Itzamná, relacionado con Kinich Ahau, el señor del rostro solar, era
considerado benévolo y generoso.
Chac, dios de la lluvia, aparece muchas veces en los
códices y en las fachadas de templos, con su larga nariz y dos colmillos que se
le salen de la boca. En realidad se pensaba que había cuatro Chacs, que
habitaban respectivamente, en los cuatro puntos cardinales del mundo. En el
centro de este se levantaba la gran ceiba cósmica, un árbol majestuoso.
El maíz de cuya semilla habían sido formados los seres
humanos, era considerado también un dios. En cambio Ah Pucho, el dios de la
muerte, representado como una calavera con su esqueleto, se atribuía el
fallecimiento de hombres y mujeres. Se decía que merodeaba cerca de los
enfermos, acechándolos.
En la cosmología maya el Universo era una realidad
divina. Por ella transcurrían, de acuerdo con las cuentas del calendario, los
múltiples dioses, con cargas a cuestas. Estas eran soportadoras de los destinos
propios de cada periodo. Los dioses se sucedían en relevos e iban tiñendo, los
espacios que recorrían. De este modo absolutamente todo estaba influido por las
presencias divinas.
Los mayas fueron grandes guerreros y entre sus pueblos había
guerras entre sus reinos se enfrentaban, hacían prisioneros y muchos de ellos
los sacrificaban. Ek Chuah es su deidad de la guerra, generalmente está pintado
de negro.
Los mayas también veneraban a Kukulcán, dios de los
vientos y la respiración, equivalente a Quetzalcóatl. Los antiguos relatos
hablaban de su llegada a Yucatán. Allí se estableció Chichén Itzá, una de las
principales ciudades mayas, con la gente que le acompañaba; luego fundo más
ciudades. En las pirámides de Chichén Itzá es frecuente encontrar representaciones
de la serpiente emplumada.
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