La sabiduría
perenne
La noción de filosofía perenne (en latín, philosophia
perennis) sugiere la existencia de un conjunto universal de verdades y
valores comunes a todos los pueblos y culturas. El término fue usado en primer
lugar en el siglo XVI por Agostino Steuco en su libro
titulado: De perenni philosophia libri X (1540),
en el que la filosofía
escolástica es vista como el
pináculo de la sabiduría cristiana a la cual todas las demás corrientes
filosóficas apuntan de una manera u otra. La idea fue posteriormente asumida
por el filósofo y matemático alemán Gottfried
Leibniz, quien la usó para designar la filosofía común y eterna que subyace tras todas
las religiones y, en particular, tras las corrientes místicas dentro de ellas. Este término fue
popularizado de forma más reciente por Aldous
Huxley en su libro de 1945:La Filosofía Perenne. La expresión "filosofía perenne"
también se ha usado como una traslación del concepto hindú de Sanatana Dharma, la "verdad o
norma eterna e inmutable".
La existencia de una filosofía
perenne es el principio fundamental del tradicionalismo,
formalizado en los escritos de los pensadores del siglo XX René Guénon yFrithjof Schuon. El erudito y escritor
indio Ananda Coomaraswamy,
asociado con el tradicionalismo, también escribió extensamente sobre este tema.
De acuerdo con los fundamentos de la
filosofía perenne, los pueblos de diversas culturas y épocas han experimentado
y registrado percepciones comparables sobre la naturaleza de la realidad,
el ego, el mundo, y el significado y el propósito de
la existencia. Estas similitudes apuntan a unos principios universales
subyacentes que forman la base común de la mayoría de las religiones. Las
diferencias entre estas percepciones fundamentales surgen de las diferencias en
las culturas humanas y se pueden explicar a la luz de tales condicionamientos
culturales.
Entre estas percepciones están las
siguientes afirmaciones:
·
El mundo físico o fenomenológico no es la
única realidad; existe otra realidad no-física. El mundo material es la sombra
de una realidad superior que no puede ser abarcada por los sentidos, pero
el espíritu y el intelecto humano dan testimonio de ello en su más profunda
esencia.
·
El ser humano refleja la naturaleza de esta realidad
de dos caras: mientras el cuerpo material está sujeto a las leyes físicas del
nacimiento y la muerte, el otro aspecto de la existencia humana no está
sometido a la decadencia o a la pérdida, y es idéntico al intelecto o al
espíritu, que es el núcleo del alma humana. En el occidente moderno,
este segundo aspecto o realidad ha sido frecuentemente pasado por alto o
ignorado.
·
Todos los humanos poseen una capacidad, que sin
embargo no es usada y por tanto está atrofiada, para la percepción intuitiva de
la verdad última o absoluta y la naturaleza de la realidad. Esta percepción es
la meta final de los seres humanos, y su ejercicio y desarrollo son el
propósito de sus existencias. Las grandes religiones intentan establecer (o restablecer)
la conexión entre el alma humana y esta última y más alta realidad. Dicha
realidad, en las religiones procedentes de Abraham
(Judaísmo, Cristianismo e Islam), es llamada Dios; Dios es
el principio absoluto desde el cual toda existencia es originada y al
cual toda existencia retornará. En las religiones no-teístas, tales
como Budismo, Jainismo y Taoísmo, lo último o lo absoluto
está caracterizado de una manera un tanto diferente.
Estas percepciones globales se
piensa que son válidas o fiables debido a su consistencia y a las similitudes
entre ellas, a pesar de sus, a menudo, orígenes independientes.
De acuerdo con Aldous Huxley,
la filosofía perenne es la metafísica que reconoce una Realidad
divina sustancial al mundo material, a la vida y a las mentes; lapsicología que encuentra en el alma algo
similar, o incluso idéntico, a esa Realidad divina; la ética que
sitúa el objetivo final del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y
transcendente de todos los seres; lo que es inmemorial y universal. Los
rudimentos de la filosofía perenne se pueden encontrar entre la tradición
popular de pueblos primitivos en todas las regiones del mundo, y en sus formas
completamente desarrolladas que han tenido su eco en cada una de las grandes
religiones. (La filosofía perenne,
p. vii.)
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