“TEATRO DEATEQUIZA” (4)
En Atequiza existió un teatro privado por una
simple razón: hay una historia de siglos de latifundio que explica su relación
con la antigua clase de élite del país.
Los registros señalan que el primer propietario de
la Hacienda de Atequiza fue don Juan de Ortiz de Urbina, en 1556. Posteriormente
perteneció a aproximadamente 10 dueños, hasta que en 1839 llegó a manos de don
Cástulo Gallardo, antecesor de los Cuesta Gallardo --amigos íntimos de Porfirio
Díaz—, quienes heredaron más de 11 mil hectáreas de territorio.
Hoy el teatro está rodeado por vestigios del viejo
feudo, como el molino industrial de trigo, la fábrica de alcohol de maíz, el
trapiche, la iglesia de tipo neoclásico y la casa La Florida, de estilo
ecléctico, la cual se construyó al mismo tiempo que la Casa de los Abanicos en
Guadalajara, que también está elaborada con cantera de Atequiza.
Localizado a un costado de la plaza principal, aún
conserva parte de su arquitectura original.
Es una construcción de dos
plantas a base de piedra y cantera gris, propia del lugar (la cantera de estas
tierras llegó a ser enviada a la Ciudad de México). En la planta baja se
encontraba la tienda de raya, la sala, el comedor y la cocina, las habitaciones
se ubicaban en la segunda planta.
Como antes se mencionó a un lado se encuentra el
Molino de los primeros procesos de industrialización en el campo de Jalisco,
fue uno de los más tecnificados del último cuarto del siglo XIX en Jalisco. En
él se fabricaba harina y salvado, disponía de maquinaria alemana con tecnología
de punta y era movido por fuerza hidráulica (planta hidroeléctrica que generaba
electricidad con la caída de agua).
En 1896, Gabriel Veyre realizó una película de
México para los Lumiere, donde aparecen desde escenas oficialistas de Porfirio
Díaz paseándose por Avenida Chapultepec, hasta rincones del campo mexicano. Uno
de los sitios elegidos fue la Hacienda de Atequiza, por invitación de los
Cuesta Gallardo.
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