LA REALIDAD DEL MAESTRO
INDÍGENA
El trabajo que a continuación se presenta es un ejercicio
de análisis descriptivo sobre el proceso de identificación que vive el maestro
bilingüe. Tarea que forma parte del proyecto "Identidad Socioétnica y
Práctica Docente de los Maestros Mixtecos", cuyo objeto central es
dilucidar la influencia que ejerce la identidad socioétnica del profesor en su
práctica docente cotidiana. Estudio que se apoya en una investigación de tipo
etno-biográfica.
En
este documento también se da a conocer la importancia política, cultural y
pedagógica que tiene la identidad étnica de los maestros indígenas y la
conveniencia de considerarla como objeto de un mayor número de estudios. El
artículo refiere al contexto sociopolítico que enmarca la presencia indígena en
México, las dificultades que implica apostar por un país pluricultural y, por
último, las consecuencias pedagógicas que encierra la manera en que llegan a
ser docentes los maestros indígenas.
Desde tiempos de la colonia
han surgido diversas políticas que ha operado el Estado mexicano con el objeto
de integrar a la población indígena a la nación mexicana, todas signadas por un
proceso de aculturación -sin evitar recurrir al genocidio cuando lo consideró
oportuno. Por ejemplo, a través de leyes de carácter agrario se buscó
privatizar la propiedad comunal que mantenían los pueblos indígenas sobre sus
tierras, la instalación de escuelas en donde les enseñarían el español y, para
aquellos que se resistían se empleó la fuerza directa, al tratar de sofocar las
diversas rebeliones indígenas que surgieron. A
diferencia del siglo anterior, en el actual se formuló una política educativa
indigenista más elaborada en cuanto a objetivos, pedagogía y organización
institucional.
No
obstante, la presencia y persistencia de la población indígena se mantuvo.
Hacia la década de los años setenta se presentaron diversos factores del
contexto sociopolítico que permitieron promover un cambio importante en el
país. La proliferación de movimientos de liberación nacional en África y Asia
durante los años 50 y 60, puso en tela de juicio el racismo existente entre
blancos y negros debido a sus diferencias raciales y culturales, que encubrían
y justificaban la dominación colonial.
En
América Latina empezaron a surgir diversos movimientos y organizaciones
indígenas que cuestionaban la explotación sufrida en sus países, signada
también por la discriminación. Mientras en México, el movimiento del 68, encaró
el carácter autoritario y antidemocrático que ofrecía el Estado mexicano.
En el campo educativo esta
nueva perspectiva va a traducirse con la presencia de la Dirección General de
Educación Indígena (DGEI), que postuló orientar sus actividades que toma como
eje el proyecto de educación bilingüe y bicultural.
A partir
de la necesidad de impulsar este proyecto educativo la DEGI empezó a contratar
un número importante de maestros bilingües, bajo la premisa de que al ser
originarios de comunidades indígenas necesariamente llevarían a buen término
los objetivos y tareas de la educación bilingüe y bicultural. No obstante,
cuestionar y revisar ese presupuesto son los motivos que originaron la
necesidad de indagar sobre lo que en realidad estaba pasando.
Interesa
saber quién es el maestro indígena y cómo lleva a cabo su tarea educativa.
Responder a esta doble pregunta orienta el proyecto de investigación referido,
aunque este artículo sólo brinda un acercamiento de cómo el profesor bilingüe
llegó a ser lo que es.
El drama de ser maestro
La
etnografía cuando atiende el problema de las identidades regularmente sólo
ofrece un análisis sincrónico, a pesar de las constantes recomendaciones de
incluir la dimensión temporal; para enfrentar esta carencia una alternativa la
ofrece el método biográfico. Otra limitante en etnografías educativas e
historias de vida es la lejanía que guardan con determinadas referencias
teóricas, que impiden la interpretación de las descripciones ofrecidas.
Para
evitar repetir esta situación se eligió una doble estrategia de trabajo: formular
un cuerpo teórico conceptual para ofrecer una
La
identidad surgió como una imagen compuesta por diversas dimensiones -que pueden
ordenarse alrededor de una de ellas- conviniendo en hablar mejor de una
identidad socioétnica y no exclusivamente étnica. Se reconocen tres dimensiones
compuestas por seis modalidades: étnica (mixteco-mexicano), social
(campesino-maestro) y colonial (indígena-no indígena).
Aceptar
a la identidad como representación ideológica implica entenderla como imagen
valorada de signo positivo (sobrevalorada) o negativo (subvalorada) que aparece
como una identidad estigmatizada.
Al conjuntar los referentes analíticos en
un esquema se puede apreciar el drama social que envuelve a los maestros
indígenas.
Cada
punto representa una fase de la trayectoria del maestro que se comprende como
una etapa del ritual . El paso de un acto a otro significa el tránsito de un
momento de su vida a otro, asumido como una de las etapas rituales -ruptura,
crisis, acción reparadora y reintegración. Además, se incluye la valoración
adjudicada al sistema identitario que permite apreciar el proceso de
estigmatización canalizado hacia la pertenencia étnica. A diferencia del modelo
de McLaren que sólo comprende tres momentos generales -separación, limen y reingreso-
incluyo un cuarto, apertura; debido a la doble posibilidad que enfrenta el
profesor: finiquitar su paso a no indígena o abrir un nuevo tránsito a
"desestigmatizar" su identidad étnica.
Aprendiendo a no ser mixteco
En
el primer momento se considera la experiencia vivencial que tuvo el maestro en
la escuela primaria como alumno indígena, generándose una ruptura con el modelo
cultural ofrecido por su familia y comunidad de origen.
Aprendió
a ser campesino mixteco pero cuando ingresa a la escuela, desde el primer día
de clases hasta que culmina los seis años de escolaridad, le enseñan que esas
dos adscripciones son negativas. La didáctica empleada estuvo compuesta,
principalmente, por prohibiciones sobre el uso de la lengua materna dentro del
salón de clases, los castigos físicos por no cumplir con este requerimiento; la
devaloración explícita que hacía el profesor en cuanto a determinadas prácticas
o costumbres culturales, -por ejemplo, "su fanatismo religioso"
expresado por la participación de los niños en la fiesta patronal de su pueblo.
Lo que permite entender a la acción educativa en su función de signar
negativamente a esas referencias.
Experiencia
que obligó al maestro a aprender y trazar como objetivo central de su vida el
dejar de ser campesino, mixteco e indígena.
Ya no es él, pero tampoco es otro
Al
terminar su enseñanza básica y quedar fuera de la escuela, ya no se siente
cómodo en su cultura comunitaria, aprendió a negar y avergonzarse de ella; las
cosas ya no son igual que antes, no puede regresar a la vida campesina,
reintegrarse con sus iguales: aquéllos que no terminaron o que ni siquiera
fueron a la primaria.
Tiene
que alejarse de su lugar de origen, migra a los campos agrícolas de Morelos,
Sinaloa y Baja California (México), incluso llega al sur de los Estados Unidos
de América, en el caso de los hombres; mientras, las mujeres viajan a diversas
ciudades para convertirse en trabajadoras domésticas. Podemos reconocerlos en
la primera fase liminar, se han alejado de su cultura y territorio, dejan de
participar en las diversas prácticas culturales que les eran propias. Se tornan
en sujetos liminares, alejados de su estructura social y cultural -estatus y
roles de pertenencia.
Hablar mixteco para adquirir otra identidad
El
sistema escolar nacional los alejó de su territorio y cultura, ahora los llama
de nueva cuenta pero no en las mismas condiciones, se adscriben a nuevas
identidades, se convierten en mexicanos y maestros, pero a través de reconocer
que hablan el mixteco. Se requieren de promotores y maestros para continuar con
la labor de castellanización.
Aparece
la acción reparadora, adoptan las nuevas identidades adjudicadas; sin embargo,
falta la tercera dimensión. Se les adscribe como maestros pero como maestros
indígenas, dejando claro que no han completado el paso de una situación a otra.
Lo cual los obliga a revalorar positivamente el ser maestro intentando
"equilibrar" el desbalance generado por ser indígenas.
Un dilema: ser maestro indígena o mixteco
El
maestro está en el hábitat original pero no como mixteco, sino como maestro
indígena, donde cumple el mismo papel que los profesores que tuvo. Los valores
que profesa los ha cambiado de étnicos a nacionales.
Sin
embargo, debe revalorar su cultura e identidad étnicas, creándole un dilema:
seguir afianzando el deseo individual de llegar a ser maestro mexicano con la
ilusión de lograr escapar de ser indígena, o bien asumir positivamente la
posibilidad de convertirse en maestro-hijo de campesino-mixteco, inclusive su
mexicanidad. Mientras busca diseñar un proyecto colectivo que le permita dejar
de ser indígena, su labor docente ya no es igual que la que experimentó, ahora
sus alumnos pueden aprender que asumirse como mixtecos no debe ser motivo de
vergüenza.
Consecuencias de ser maestro indígena
Después
de apreciar de manera sucinta la trayectoria vital de los maestros mixtecos, se
pueden reconocer las derivaciones políticas, culturales y pedagógicas que
encierra esta experiencia.
En
primer término, encontramos una distancia entre el discurso nacionalista hacia
el respeto de la diversidad cultural que le daría cuerpo y existencia a México
como país pluricultural y la permanencia de prácticas e interacciones que
insisten en mantener el proyecto de hegemonía y homogeneidad cultural, que se
traduce en la persistencia de relaciones de explotación, dominación y
discriminación hacia la población indígena.
Contexto
que promueve y recrea la confusión entre diferencias culturales y desigualdad
social. Imágenes que han sido internalizadas por los maestros bilingües, dando
como resultado que asuman una identidad estigmatizada y por lo tanto, el
requisito de adoptar una identidad étnica positiva se vuelve imprescindible
para poder hacer efectivo el proyecto de educación bilingüe e intercultural,
alternativa que pretende modificar la historia educativa nacional que han
vivido los indígenas desde el siglo XIX.
Por
último, los testimonios de los maestros mixtecos permiten tener un panorama
global de lo que significa la educación indígena. A la carencia de una infraestructura
escolar adecuada para atender a los niños indígenas en la actualidad, se suma
el hecho de contar con profesores bilingües con una raquítica formación
profesional, sin una vocación real de educadores y con una identidad
estigmatizada que lo conducen a mantener el proceso de castellanizar y
aculturar a sus alumnos, dejando pendiente la tarea de promover una educación
intercultural.
Fuente:
José Luís Ramos, EL DRAMA SOCIAL DE LLEGAR A
SER MAESTRO INDÍGENA
ALUMNO: FRANCISCO JAVIER PANO ROMERO
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