Ante esta realidad en la meseta purépecha se sigue conservando un compadrazgo del tipo horizontal, para su efecto se elige al padrino para algún niño si este vive en la comunidad o en un lugar vecino a este, ya que esto asegura que al pertenecer los dos a una misma cultura, costumbres y tradiciones se conserven y practiquen favorablemente, asimismo se cuida que los padrinos pertenezcan al mismo nivel socioeconómico de los padres, esto primordialmente para estrechar vínculos entre pares debido a que las relaciones entre compadres son de ayuda mutua dando cohesión e integración a la comunidad.
Siendo ésta una característica esencial de la sociedad, es importante vislumbrar el papel de la mujer y el rol que desempeña dentro de la misma, puesto que los purépechas como personas que vislumbran en torno a la vida sus ritos y ceremonias, aprecian a la mujer como el ser en perfección debido a la maternidad que puede brindar, dando a la sociedad nuevos seres tan sublimes que serán amamantados por ellas.
Por ende el hecho de amamantar a un niño para ellos es el grado más sublime que carece de morbosidad, asimismo este acto genera un lazo mayor entre el niño y la madre, siendo esto en nuestra cultura occidental muy marcado como antinatural, hecho de burla y menosprecio tan solo al ver cuando una persona está amamantando a su hijo y más cuando los estereotipos sociales nos han marcado una tendencia en la alimentación de los bebés.
Un último rasgo que caracteriza a los pueblos purépechas son sus cantos a la naturaleza, las danzas que efectúan en festividades especiales así como en tiempos de siembre, cosecha y pesca, tales como “la danza del pescado” (Urapiti Kuruch) y el canto de “flor de canela”, siendo estos los más significativos y de los cuales se realizan presentaciones en el teatro obrero y eventos culturales para dar a conocerlos y de la misma manera lograr preservarlos en los jóvenes de la comunidad, así como los oficios que realizan en casa.
Con todo lo descrito anteriormente quiero finalizar que efectivamente el Purépecha hace del quehacer de vivir un oficio, debido a que sus productos son muy mal pagados deben realizar trabajo conjunto toda la familia, por ello se ve un marcado trabajo infantil, además de que los menores van aprendiendo el oficio del padre, pasando este de generación a generación.
Y a pesar de la época en la que nos encontramos sigue siendo importante para ellos la familia, las danzas, cantos y rituales en cada una de las ceremonias o eventos especiales que se llevan a cabo de la comunidad, no se ha perdido el respeto por la persona a la que le denominan “Tata” ya qué esta les recuerda al padre con el que pueden acudir en caso de necesitar algo ya sea espiritual, consejo o económico siempre encontrarán en él un apoyo incondicional.
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