LA
OBSERVACIÓN EN LA VIDA DIARIA EXTRAESCOLAR DE LOS NIÑOS INDÍGENAS
En algunas investigaciones
se ha descrito que el niño tzeltal tiene un espíritu de observación, ya que
observa las acciones de los adultos que lo rodean a fin de imitarlos.
Un niño pequeño puede permanecer largos ratos en inmovilidad
casi absoluta, mirando atentamente lo que hacen los adultos.
Los niños recién nacidos zinacantecanos mantienen prolongados
estados de alerta con un alto grado de respuestas visuales y auditivas,
apoyadas por un bajo grado de interferencia motora, pues se quedaron acostados
encima de la cobija, mirando por el cuarto con sus caras alertas durante una
hora entera después de nacer.
Todos los bebés imitan, pero el fundamento innato de una habilidad
especial para imitar un modelo se basa en la atención y sensibilidad inusuales
de los recién nacidos zinacantecanos a estímulos visuales y auditivos.
Desde muy pronto se le capacita al recién nacido para
descubrir el mundo a través de sus propios ojos; luego cuando ya empieza a
sentarse solo, se le enseña a sentarse quieto, a mirar y escuchar. No se le
enseña lo que tiene que buscar, sólo se le pone en alerta y desde ese momento
él tiene que mirar.
En un trabajo previo sobre el aprendizaje logrado por bebés y
niños mazahuas a través de la experiencia interaccional en el contexto del
mercado en la ciudad de México, se hizo patente el papel de la observación en
los procesos de socialización primaria en general, y en particular en ese aprendizaje
dirigido hacia la adquisición de algunas de las habilidades asociadas con el
oficio tradicional de mercadería.
Los niños están en contacto constante con los adultos y otros
niños que realizan las mismas actividades que ellos van aprendiendo. Estas actividades
constituyen una parte normal de la vida cotidiana.
Desde que son bebés, los mazahuas tienen la oportunidad de
observar, manipular y familiarizarse con todos los objetos y actividades, sobre
los que van aprendiendo cada vez más.
En este estudio se destacó con claridad que el énfasis en la observación
como estrategia fundamental en la socialización primaria se da a partir de un
contexto interaccional específico, mismo que propicia que el niño tome la
iniciativa de crear y descubrir actividades de las que puede aprender.
La interacción social cotidiana se caracteriza por el respeto
hacia la iniciativa y voluntad del niño, por expectativas claras en lo que se
refiere a su madurez y responsabilidad y por una implícita cooperación y
coordinación de actividades.
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