
La música mexicana nace con nuestros ancestros indígenas,
interpretando con instrumentos de la época, los rituales y ceremonias a las
dioses o en los consejos de guerra, siempre utilizando la música para las
diferentes características de la vida, la sociedad indígena que desarrolló en
niveles más altos la música fueron los “Mayas” que habitaron el sur-éste de
México, donde el tiempo no ha podido borrar las huellas musicales auténticos
siendo interpretadas hasta nuestros días.
Prehispánica
Los mesoamericanos tenían una gran escala musical,
pero no tenían escritura, las piezas se aprendían de memoria y algunas
sobrevivieron hasta nuestros días.
En el Calmécac, los jóvenes aprendían los himnos
religiosos; en el Cuicacalli, se preparaban los cantos y los bailes, en el
Mixcoacalli, se guardaban los instrumentos.
Se conocen el huéhuetl, panhuehuetl y
tlalpanhuéhuetl, tambores que se hacen sonar con las manos; el teponaztli,
cilindro de madera suena con las lengüetas, con golpes de bolillo como la
marimba; el atecocolli, caracol o cornamusa; el tzicahuaztli, un güiro; el
tlapitztalli, ocarina; el ayacachtli, guaje relleno de piedrecitas, que se
sigue usando; flautas simples, dobles y multipes, cascabeles, silbatos, discos
de metal, bules de agua y caparazones de tortuga, el monocordio lo usaron lños
Otomíes y los seris lo conservan, y los coras el arco musical.
La colonia

Los religiosos se apoyaron en el teatro musical, actos
sacramentales, misterios y pastorelas, para la conversión de los indígenas.
También la misa, la cantata, la pasión (en
canto llano), el motete, el magníficat, el te deum, el himno, los maitines y
los villancicos. En el siglo XVII Puebla se convirtió en el centro de la música
barroca. En 1648 aparece el primer corrido popular mexicano “las coplas del
tapado”.

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