Los peninsulares o españoles
constituían una minoría en la Nueva España y se encontraban en la cúspide de la
pirámide social; ellos eran quienes ejercían los cargos superiores del
gobierno, civiles y eclesiásticos. Ligados efectivamente y económicamente a la metrópoli, se dedicaban en su mayoría al comercio, la minería o eran
funcionarios del régimen virreinal. De ahí que se futuro dependería de los
privilegios y premios procedentes de España.
Mientras que los criollos constituían
el grupo social intermedio en la colonia. Excluidos de los altos cargos
públicos, los criollos se dedicaban a las actividades agrícolas y comerciales y
del bajo clero, el ejército y la administración. Muy pocos lograron alcanzar el
nivel social de la clase alta española.
Los criollos se concentraban en los
centros urbanos se dedicaban a las expresiones intelectuales y
artísticas. Los había médicos, abogados, escritores y artistas; en el
ejercicio de profesiones encontraban la posibilidad de reivindicarse exaltando
las cualidades de la naturaleza americana, la singularidad de su pasado t la
distinción divina hacia los americanos, cuya máxima expresión fue el culto a
Nuestra Señora de Guadalupe.
Estas diferencias con los peninsulares les hizo tomar
conciencia del lugar que ocupaban dentro de la sociedad novohispana y acrecentó
sus aspiraciones de desplazar a los españoles y tomar el lugar que es
correspondía eolítica, social y económicamente para dirigir el país en que
habían nacido.
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