No
resulta tan sencillo concretizar estas acciones,
en cuanto a explicar que hoy en día estamos obligados a convivir como
observadores, sin tomar un lugar preponderante en nuestra propia historia de
vida y en la de los demás.
Paulo Freire nos
impulsa en este momento para transformarnos,
como un ser en el mundo y con el mundo, donde nuestras miradas se cruzan en este momento
para permitir relacionarnos en iguales condiciones y construir juntos nuestros
mundos desde una mirada progresista y producida en base a un consenso de
nuestros ideas.
Para construir este
camino e irnos reconstruyendo constantemente necesitamos ponernos de igual a
igual, negociar nuestros pensamientos al
encuentro y reconocimiento consigo mismo para así ir al encuentro del otro.
Este reconocimiento, posibilitará la construcción de nosotros, como una comunidad
que aprende, se construye, se desarrolla y reconstruye.
Con estos principios iniciará nuestra relación, sobre una base
sólida, colmada de cualidades que se hacen indispensables para ser el profesional que los niños y
jóvenes de nuestro país se merecen.
Ahora, “ya nadie educa
a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en
comunión, mediatizados por el mundo” (Paulo Freire, 2003).
Nosotros como educadores
debemos construir y tener Humildad, valentía, confianza y respeto a nosotros mismos y hacia los
demás, reconociendo que nadie lo sabe todo y nadie lo ignora todo, por lo tanto
en nuestra comunidad educativa
“todos somos importantes y todos podemos ayudar”, sin egoísmos y desconfianzas,
porque tenemos que aprender a escuchar al otro y estar abierto a aprender y a
enseñar.
El educador que
construiremos tendrá amorosidad, con un amor luchador que sienta el derecho de
amar, denunciar y anunciar. Donde mi
accionar transciende y los círculos se abren en pos de los derechos del otro.
Nosotros como educadores debemos tener valentía, educar sin
miedos ni prejuicios, ser conscientes de
nuestros actos y no permitir que el miedo nos paralice, ya que al poder
controlarlo es donde nace la Valentía.
Tenemos que ser tolerantes
para así poder convivir con lo que es diferente dentro de los límites
establecidos, sin entrar en autoritarismos, sino con libertad para a aprender de lo diferente y a respetar lo que
para nosotros es diferente, con disciplina y ética.
Así como lo ha dicho
Freire en este camino surgen las
virtudes de decisión, seguridad, la alegría de vivir y el equilibrio entre
paciencia e impaciencia, cualidades que debemos cultivar como los educadores que deseamos ser… saber…y saber hacer.
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