Es importante desarrollar en los
niños y adolescentes el sentido de la competencia saludable, el querer alcanzar
logros y luchar por con seguir metas. Sin embargo, es fundamental que el nivel
de exigencia de sí mismo no sea tan alto y que se maneje de acuerdo a criterios
realistas.
El modelo a seguir, como padres, será
fundamental para ayudar a los hijos a enfrentar y resolver diferentes tipos de
problemas en su vida a través de
estrategias adecuadas; impulsadas fundamentalmente por el entusiasmo y la motivación.
Las personas deben a prender poco
a poco a lidiar con los obstáculos, incorporando una lectura de sus propios
errores para mejorar siempre. El ejemplo de sus padres será su mejor guía.
El sentido de la competencia en
nuestros días está presente en la mayoría de las personas que forman nuestra
sociedad. Las personas quieren tener éxito y compiten a
toda costa para conseguirlo. Es el sentir del más fuerte, del mejor, del que se
abre paso siempre ganando.
Por una parte la competitividad
nos estimula a esforzarnos más pero por
otra parte desaprovecha las habilidades
y crea una actitud de no cooperación hacia el entorno. Aquí es donde debemos pensar
en que si queremos hijos o alumnos competitivos
o cooperativos, así que si encaminamos
su educación hacia una competición sana consigo mismo, le estaremos
enseñando a rendir de manera adaptativa y a comprender que es mucho más
importante levantarse cada día siendo feliz
con las tareas que va a realizar que si se centran objetivos en los que
la competición con los demás es su única
meta.
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