Presionar a los hijos para que
sean los mejores les afecta negativamente. Pero todavía es peor compararles con
otros niños o adolescentes que son mejores
en alguna actividad.
Las comparaciones son antipáticas
e injustas, ya que cada uno destaca en lo que destaca de acuerdo a la habilidad
o talento cada uno tiene. La comparación es un reproche sutil que envía a los hijos un mensaje de “tú no
eres suficiente”.
Es importante aprender y dejar que los hijos sean los protagonistas
de sus vidas, dejándolos decidir que hobbies quieren practicar y cuánto tiempo
le quieren dedicar. Si no, no es un
hobby para el sino un sueño que sus padres quieren realizar a través de él.
Tomar conciencia de esta parte no
es fácil, pues como padres siempre vamos a querer lo mejor para los hijos pero
lo mejor para ellos es también preguntarles sus inquietudes, de nada sirve
obligar al niño a meterse en un equipo de futbol, al adolescente que estudie
lo que los padres quieren si quizá sus
habilidades y gustos están en otra actividad.
Esto es parte también de aprender
a conocer y relacionarse con ellos, a pues a través de sesto se puede impulsar
a pulir y lo que por habilidad se tiene y ahora sí, sobresalir en esa área que
al niño o adolescente le gusta. De lo contrario solo generaremos barreras de comunicación
y de confianza. Además de que ponemos en
un compromiso emocional muy grande a los hijos que crecen estresados y por ende, las decisiones que vayan tomando
a lo largo de toda su vida no influirán en el grado de satisfacción que les
pueda causar sino en la obligación de hacerlo o porque así tiene que ser.
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