martes, 13 de enero de 2015

El método madre canguro para los bebés prematuros




Cuando un niño nace de forma prematura es más pequeño y frágil, estando expuesto a mayor número de infecciones y enfermedades. El método madre canguro puede ayudarlo.
El método madre canguro puede ser aplicado también si el pequeño necesita estar en la incubadora, por muy prematuro o pequeño. En la práctica, los padres se desplazan dos o tres veces al día al hospital y durante aproximadamente una hora cogen en brazos al pequeño, apoyándolo contra su pecho, y sintiendo el contacto de la piel de sus padres, al igual que lo hace un marsupio.
Este contacto ofrece una sensación de serenidad y tranquilidad para ambos, madre y niño. Quizá el aspecto más sorprendente son los resultados físicos: los niños tratados con este método madre canguro refuerzan las defensas inmunitarias, regularizan la respiración y la temperatura, el latido cardíaco, y ganan peso más rápidamente.
Hasta hace pocos años se daba prioridad exclusiva a los cuidados médicos. El pequeño prematuro pasaba de manera brusca, desde el útero materno a la "fría" y ruidosa incubadora. Aquí los médicos lo movían y trataban de forma profesional y un tanto fría.

El método madre canguro (dicho también Kmc, o sea kangaroo mother care) fue llevado a cabo en el 1978 por Edgar Rey en Bogotá, Colombia. La idea surgió por la necesidad de solucionar la carencia de incubadoras y aminorar el impacto de la separación de las madres con sus recién nacidos. Se ofreció una respuesta alternativa a los tradicionales cuidados dados a los recién nacidos con bajo peso.
La "terapia del marsupio" y la comunicación con el bebé, crean un vínculo de apego, además de reforzar la relación madre-hijo ayudando a crear un vínculo de apego al mismo tiempo que y favorecer el estado de bienestar del recién nacido.
Un niño prematuro necesita sentirse protegido y rodeado por el amor de sus padres. Es demasiado pequeño para darse cuenta y por eso estas emociones pasan a través del contacto físico, el calor de la piel, el tacto, los olores, pero también la vista y el oído: el pequeño se siente acunado por la voz de su madre, como pasaba en el útero.

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