En la época colonial a
pesar de que la iglesia ya tenía bajo control el pecar sexualmente todo era una
hipocresía para conveniencia de la misma ya que los mismos religiosos no podían
con su lujuria, se daba el acoso a las mujeres por parte de los religiosos por
el poder tan grande que poseían, como lo es el caso de “Fray Miguel de Oropeza franciscano de treinta
años, quien al confesar a una india
<<tuvo acceso carnal con ella en un rincón de la iglesia de
Tepeaca>>, continuo después con la confesión para absolverla de sus pecados, entregó al
marido una jícara de cacao para que no <<armara escándalo>>
conociendo el valor para el intercambio que entre los indios tenían estas semillas; denunciado por otro
religioso, fray Miguel recibió los siguientes castigos a su falta: escuchar
misa en paños menores y con vela en las manos, una disciplina de azotes a manos del guardián y otros frailes en
presencia del secretario del Santo Oficio, a pan y agua sin salir del convento
y sin poder confesar”. (Quezada, 1996). Otro caso fue el del Clérigo Francisco
de la Vera quien se acostaba con varias mujeres y a cambio les daba objetos
personales o para la casa. “Todo esto era conocido por la gente del pueblo de Nochistlán; además
era conocido que tenía una manceba
mestiza en la ciudad de México; algún marido o padre ofendido le dejó lo
siguiente: Padre de Nochistlán, pues
tenéis larga la coleta, ten queda la bragueta”. (Quezada, 1996).
En la época
Novohispana los que más disfrutaban y abusaban de las mujeres eran los
religiosos por el poder que tenían y porque la mayoría que ingresaba a este
campo lo hacía por el acceso económico no por vocación. Pero los hombres en
general se creían dueños de las mujeres por lo que era muy común el cometer
incesto de padres a hijas y hermanos a hermanas. Aquellas mujeres que no tenían
un hombre que las protegiera estaban expuestas al adulterio y prostitución,
para solucionar problemas económicos y subsistir. Por otra parte el hombre
buscaba la felicidad sexual en una relación extraconyugal, Cometida con mujeres
casadas o prostitutas las cuales eran utilizadas para salvaguardar la
virginidad de las doncellas.
En esta época se
comienza a ver muy claro la distinción, discriminación, abuso y maltrato de la
mujer, donde su rol era: ser ama de casa, educadora de los hijos, objeto sexual
y su placer del mismo se daba a través de la maternidad. Era educada para
atender al varón con la conciencia de
que le iba a ser infiel y nunca podría divorciarse. El hombre estaba destinado
a la búsqueda de la fortuna y el poder, como pretexto la religión da la
explicación de que el hombre es representado por Dios por ser del mismo género
y debe someter a la mujer que le hizo desobedecer a Adán para evitar caer en el
pecado de la seducción. Sin embargo es notorio que esto, solo es una
justificación a la falta de voluntad y el buen uso de la libertad que el hombre
tiene y para escudarse de su abuso contra la mujer y la obtención del poder.
“El concilio de Trento estableció la
forma en que se debía realizar el ritual del matrimonio, el objetivo de las
relaciones entre hombres y mujeres los encargados eran obispos y sacerdotes,
los cuales conocían a los feligreses e influían en su comportamiento por
ejemplo se prohibía la fornicación, el adulterio, incesto, estupro, rapto,
pecados contra natura por ejemplo homosexualidad o masturbación y el
sacrilegio”. (Lavrin, 1991).
Interesante te información Marce, afortunadamente ahora en estos tiempos nuestro sexo es un poco más valorado.
ResponderEliminarBien Marce, muy importante tu tema, lo bueno es que ahora ya no se practican esa clase de castigos hacia la mujer.
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